PERCEPCIONES

Ha caído el Imperio de la Hipocresía…


Por fin las nubes humo y polvo anuncian su caída.

Camino entre restos humanos, empapo mis pies con sangre de seres como yo, pero con formas de vida diferente, a costa de la vida de los otros.

No fue fácil organizar el ataque. Hace muchos años y varias generaciones que trataban de derrocar este régimen de; mascaras y falsas sonrisas.

El objetivo, ver otra vez, la antigua pero verdadera luz de una verdad no disfrazada.

Los combates se libraron en lugares muy difíciles e inaccesibles.

Porque para poder matar la hipocresía, era necesario atacarla primero en nosotros mismos. Dejar de lado nuestras falsas imágenes, dejar las mentiras y solo manejarse con la Verdad. Estar serio cuando no hay motivo para la risa y decir “no”, aunque decir “si” fuera más favorable a los intereses de cada uno de nosotros.

Las noticias van llegando. Ya han caído varios bastiones: los corruptos han confesado sus pecados y también se ha recuperado lo que han robado.

Eso ha sucedido en más lugares de los previstos.

Los informes son cada vez más halagüeños. Muchas personas han reconocido que: sí, son discrimintarorias y que no soportan a los que no son iguales por razones de incapacidad mental o física. A su vez, los discapacitados han proclamado que ellos tampoco pueden soportar que las otras personas estén sanas ellas, no. Es un principio…

Las murallas más difíciles de hacer caer son la de los grupos de personas que se han equivocado en sus apreciaciones y todavía se niegan a aceptarlo.

Los ríos están rojos por la sangre de los corazones de aquellos que se niegan a admitir que por su egoísmo prefieren rechazar el amor.

La gula se ha rendido con honor, luego de una difícil y cruenta lucha ante el hambre. Ya la lujuria ha confesado como y cuando ha utilizado el poder de la “piel y del sexo” para tomar posiciones claves en el gobierno social.

La miseria por medio de sus representantes exigen que el lujo reconozca su gran parte de culpa en su existencia, pero éste lo sigue culpando al egoísmo.

La solidaridad ha intervenido a fin de acercar posiciones, se espera un pronto arreglo pacífico y justo.

La noche cubre casas y esconde dolores y fantasmas.

Se espera con ansia la mañana, la que será decisiva teniendo en cuenta las últimas negociaciones.

El velo de la noche se va escurriendo como la sangre se va diluyendo en lagos y ríos.

Suenan las trompetas ¡Ha caído la Hipocresía!, ¡Por fin!

Los muertos son recogidos y sepultados. Se habla ya de los honores a rendirles a los caídos en las batallas.

La gente sale de sus casas, los combatientes dejan sus yelmos y armaduras, beben y comen lo que les alcanzan los dueños de las casas.

Se planea la fiesta. Surgen las preguntas:

- ¿Dónde la haremos?

- En el centro del Condado sería lo mas lógico.

- Creo que al Condado del valor sería al que le correspondería ya que fueron ellos quienes derrocaron a la Hipocresía.

- Sí y no, el condado de la Fuerza expuso más, deberían elegir ellos.

- Pero, no se había decidido ¿que de ahora en más, la mentira o el ocultamiento no debería existir para no permir la aparición de nuevos vestigios de hipocresía?

- Sí, pero no podemos irnos a los extremos. No todo lo del régimen de la Hipocresía era malo.

- ¡Ah! ¿no?

- Por ejemplo…

- Seamos coherentes no se pude decir la verdad a todos, hay gente que no entendería las cosas y pueden con su accionar perjudicar a otros.

- Sí, eso es verdad, pero…

- Además, nosotros que somas mas ricos e inteligentes perderíamos más que esos otros que no tienen nada

- ¿Entonces?

- Bueno, creo que…



Desde lejos caminando por el sendero de “Los ideales” la ideóloga, la mujer que se convirtió en guerrera para vencer a la Hipocresía se aleja…

Nadie lonota y algunos que la ven cuando está por desparecer en el horizonte, se alegran de su partida.

Después de todo. Es muy difícil enfrentar al mundo sin máscaras

Alguien pregunta:

- ¿saben cómo se llama?

- Creo que sí, dice un hombre pensativo.

- ¿Cuál es su nombre?

Luego de un silencio dice: Se llama Verdad.

- Es la hija de Honor y Lealtad…

Saya Maabar